A Juan Manzur se le acaba el tiempo. Lo que el gobernador vaya a hacer a partir del lunes 23 es el enigma que mayor intriga despierta entre oficialistas y opositores. Todos, sin excepción, se preguntan si realmente el mandatario romperá o no la sociedad con José Alperovich.
A lo largo de estos casi dos años de gestión, Manzur pudo salir de a ratos de su cuadro de anemia política. Se desentendió de su rol de conductor del justicialismo tucumano y convivió -sin exteriorizar su fastidio- con un gabinete mayormente formado por su antecesor. En ningún momento, el ex ministro de Salud de Cristina Kirchner tomó decisiones que pudieran inquietar al hombre que lo eligió como su sucesor. Como un equilibrista, hasta se dio tiempo para pasar cuantas mañanas pudo por la casa de Alperovich, con tal de mostrarle su fidelidad y obediencia política.
Pero esa etapa, si es que pretende repetir cuatro años más como gobernador, está llegando a su fin. En los últimos meses, en especial a partir de la designación de Osvaldo Jaldo como candidato a diputado, Manzur comenzó a dar algunas tibias señales de que tiene ganas de ir por la reelección. Se lo dijo, incluso, a más de un interlocutor con acceso al primer piso de la Casa de Gobierno. Pero no se lo dijo, todavía, a su mentor político. Alperovich, no obstante, lo presiente. Por eso también en estas semanas se preocupó por hacer conocer sus intenciones de salir al ruedo para volver a sentarse en el sillón que ocupó durante 12 años. Tampoco lo hará de inmediato ni a cara descubierta, pero sí de manera solapada presionará a partir de los primeros meses de 2018. En el entorno del ex gobernador aseguran que Alperovich ya prevé un cortocircuito con el propio Manzur, y que quiere adelantarse a cualquier movimiento de su heredero para no quedar afuera de la discusión hacia 2019. Corre con una ventaja: sigue siendo un referente que aglutina voluntades y su mandato como senador vence en 2021; es decir, aún dos años más tarde que la fecha en la que se renovarán las autoridades provinciales.
¿Es factible una pelea entre Manzur y Alperovich? Los que frecuentan al gobernador sostienen que lo observan muy cómodo en el lugar que ocupa, y que no cederá fácilmente la posibilidad de ir por la reelección. Y los que conversan con el ex mandatario afirman que no soporta la abstinencia de poder y que buscará recuperar su rol en la política local; ya sea para volver como gobernador o para asegurarse la reelección como senador. Así las cosas, uno y otro deberá dar indicios de lo que buscará una vez que pasen los comicios de este mes. Hay quienes aventuran que Manzur será quien dé las primeras muestras de independencia con un replanteo de su gabinete, separando a los nombres heredados; precisamente, muchos de los cuales son los más cuestionados. En la grilla aparece el ministro del Interior, Miguel Acevedo. El funcionario administra la caja a la cual echa mano Alperovich a la hora de recorrer comunas y municipios, y suele mantener una agenda paralela a la del gobernador. También figuran secretarios de Estado, como el de Seguridad, Paul Hofer; y los titulares de algunos organismos que vienen dándole dolores de cabeza al Gobierno, como el Instituto de la Vivienda, la Sociedad Aguas del Tucumán y hasta el ente que regula los servicios públicos, hoy comandado por el alperovichismo más puro.
¿Se animará Manzur a relanzar su gestión, gritar por su emancipación política y lanzar su postulación a la reelección? Por lo pronto, profundizó su presencia en la campaña política luego de las PASO de agosto. Los spots televisivos lo muestran a él como protagonista central y mantienen -como en las Primarias- alejado de todo al ex gobernador. Es decir, en estas semanas el gobernador optó por actuar como candidato; sólo así se entiende esa arenga desubicada y ofensiva en contra de los votantes macristas que profirió durante un acto en Trancas.
En paralelo, si desde el lunes 23 Manzur no comienza a dar señales de que el alperovichismo será parte de su pasado, sentirá con mayor intensidad la presión de Jaldo. El tranqueño está agazapado y busca que su compañero de fórmula dé el primer paso. Lo esperará, pero de igual manera lo exigirá una vez que se supere el actual proceso electoral.